Dra. María Elina Serra*
RESUMEN
El plagio es considerado por la comunidad científica como una falta de integridad. Si bien hay varias definiciones de este concepto, en la práctica no siempre es sencillo distinguirlo. Aunque tanto las normativas éticas internacionales que rigen los procesos de gestión del conocimiento como las leyes, lo penalizan, se trata de una práctica extendida entre los profesionales de la salud, incluidos los enfermeros.
En este artículo se presentan las consecuencias del plagio y las estrategias que pueden aplicarse tanto para detectarlo como para disminuir su frecuencia desde las etapas de formación.
Palabras clave: plagio, escritura científica, educación en enfermería.
Cómo citar:
Serra ME. Plagio en enfermería: el desafío más allá de las palabras. Rev Enferm Neonatal. Abril 2018;28:34-38.
DESARROLLO
Aunque todos imaginamos de qué hablamos cuando hablamos de plagio, la realidad es que la definición del vocablo por sí mismo impresiona insuficiente para abarcar su verdadera dimensión. Las definiciones establecen que se comete plagio cuando se presentan las ideas o la obra de otro como propia. Las implicancias del plagio, desde un punto de vista general, son jurídicas, por cuanto violan el derecho de autor. Pero son también de índole ética pues indican un acto deshonesto en cualquier ámbito. En las ciencias, además, atentan sobre la integridad de la información que se ofrece.1
El término plagio deriva del latín plagiare, que significa secuestrar. Se ha definido como la apropiación inadecuada, la imitación cercana o robo del lenguaje, pensamiento, ideas o expresiones de otro, haciéndolas pasar como propias.2,3 La Asociación Mundial de Editores Médicos (WAME por sus siglas en inglés), en consonancia con el Comité sobre Ética en Publicaciones (COPE por sus siglas en inglés) establece un límite de seis palabras consecutivas “idénticas a otro trabajo” para definir plagio.4 Si bien se trata de una definición de índole operativa, ciertamente necesaria, la misma resulta insuficiente para lo que se refiere a la copia de ideas, o incluso para los casos en los que se presenta un fragmento de otro autor con ciertos “retoques” en su redacción o en otro idioma. A esta dificultad para delimitar qué es plagio se suma el hecho de que el lenguaje técnico puede contener frases de varias palabras que constituyen términos por sí mismos (“se consideró estadísticamente significativo un nivel de alfa < 0,05” por ej.). Atento a lo expuesto, los documentos de discusión del COPE sobre cómo responder al plagio sugieren considerar la originalidad del trabajo en su conjunto.5
También reviste dificultad el concepto de autoplagio.2 Aunque muchos autores consideran que es natural “repetir” lo que uno ya ha dicho anteriormente, y que por lógica, esto se debería a la consistencia y coherencia de ideas en una trayectoria académica, se olvida que la escritura es un proceso de elaboración y que entonces es también natural que las propias ideas vayan evolucionando y profundizándose y que resulte improbable que en ese proceso uno llegue a las mismas reflexiones y frases que en ocasiones previas. El autoplagio atenta frente al contrato implícito del lector respecto de que el material presentado es original. También puede considerarse deshonesto por la creación de múltiples fuentes para la misma información o datos, lo cual puede crear confusión. Desde un punto de vista estrictamente legal, además, la mayoría de las revistas se constituyen en propietarias del material una vez que éste ha sido aceptado para su publicación.3