Esp. Abogada Marianela Balanesi*
El amor y la compasión son necesidades, no lujos. La humanidad no puede sobrevivir sin ellos. (Dalai Lama)
RESUMEN
Las unidades de cuidado intensivo neonatal (UCIN) suelen ser escenarios de “altísima densidad emocional”, donde se experimentan diferentes grados de sufrimiento de los recién nacidos (RN) y sus familias y a menudo, la muerte. La ambigüedad, incertidumbre e imprevisibilidad que caracteriza la atención de neonatos enfermos, predisponen muy especialmente a los profesionales de esta área a padecer estrés moral, entendido como la sensación de malestar que aparece cuando por motivos institucionales, sociales o contextuales no pueden dar respuestas acordes a las necesidades de las personas. En la sala de neonatología se viven a diario situaciones éticamente complejas, con conflictos de valores y cambios frecuentes en las políticas y prácticas. El renovado enfoque de la “compasión” –concepto modelado desde las neurociencias, la psicología y específicamente por los aportes de la terapia centrada en la compasión (Gilbert, 2010)– como una capacidad humana que involucra nuestras esferas cognitivas, afectivas y conductuales, podría constituir un recurso clave para redirigir el foco de la atención sanitaria hacia la persona (en las UCIN, el neonato y su familia).
La autocompasión, el primer movimiento o flujo compasivo, se produce en dirección interna y es la sensibilidad y apertura hacia nuestra propia experiencia de sufrimiento. Este primer movimiento suele estar ausente, postergado o enmascarado en los profesionales de la salud. La autoconciencia es una habilidad necesaria para desarrollar el proceso compasivo. Requiere cuidadosa observación de lo que, momento a momento, se va produciendo en nosotros y en nuestro alrededor, mientras se mantiene una actitud abierta, sin juicios, simplemente viendo lo que sucede en la realidad. Esta práctica puede traer muchos beneficios en nuestro bienestar general y en nuestras tareas asistenciales. La compasión permite modular el riesgo de estrés empático y cuida tanto al que la ofrece como a quien la recibe.
Palabras clave: cuidados; compasión; estrés psicológico; conciencia.
ABSTRACT
Neonatal intensive care units (NICUs) are usually scenarios of “very high emotional density”, where different degrees of suffering are experienced by newborns (NBs) and their families, and often death. The ambiguity, uncertainty and unpredictability that characterize the care of sick newborns, especially predispose professionals in this area to suffer from moral stress, understood as the feeling of discomfort that appears when for institutional, social or contextual reasons they cannot give answers according to people’s needs. Ethically complex situations are experienced daily in the neonatal ward, with conflicting values and frequent changes in policies and practices. The renewed focus on “compassion” -a concept modeled from neuroscience, psychology and specifically by the contributions of compassion-focused therapy (Gilbert, 2010)- as a human capacity that involves our cognitive, affective and behavioral spheres, could constitute a key resource to redirect the focus of health care towards the person (in the NICU, the newborn and their family).
Self-compassion, the first movement or compassionate flow, is produced in an internal direction and is the sensitivity and openness towards our own experience of suffering. This first movement is usually absent, postponed or masked in health professionals. Self-aware-ness is a necessary skill to develop the compassionate process. It requires careful observation of what, moment by moment, is taking place in us and around us, while maintaining an open attitude, without judgment, simply seeing what is happening in reality. This practice can bring many benefits in our general well-being and in our care tasks. Compassion allows modulating the risk of empathic stress and takes care of both the one who offers it and the one who receives it.
Keywords: care; compassion; psychological stress; awareness.
Cómo citar:
Balanesi M. Estrés moral y cuidados compasivos en las unidades de cuidados intensivos neonatales. Rev Enferm Neonatal. Diciembre 2022;40:24-29.
INTRODUCCIÓN:
El presente artículo tiene como objetivo describir y analizar los posibles aportes del “enfoque compasivo” en las tareas asistenciales de los equipos de salud, especialmente de las áreas más críticas, como lo son las unidades de cuidados intensivos neonatales (UCIN). La compasión es una habilidad que puede enseñarse en la formación, cultivarse individualmente (mejora el bienestar personal) y promoverse desde gestiones comprometidas con la implementación de prácticas humanizadas.
El renovado enfoque de la compasión como una capacidad humana que involucra nuestras esferas cognitivas, afectivas y conductuales, podría constituir un recurso clave para redirigir el foco de la atención sanitaria hacia la persona (en las UCIN, el neonato y su familia).
La terapia centrada en la compasión a la cual se alude arriba (CFT por la sigla en inglés de compasion-focused therapy), se presenta como un proceso integral y multidisciplinario que utiliza aportes y sabidurías de numerosas escuelas de psicoterapia con creciente evidencia de efectividad. Fue desarrollada para tratar problemas de salud mental, particularmente en personas que no responden a otras terapias y padecen auto-crítica exagerada, vergüenza o trauma, a menudo provenientes de entornos difíciles.
Su marco teórico toma aportes de la neurociencia, la teoría evolutiva (al buscar los orígenes de la compasión en la evolución de los motivos y comportamientos solidarios), la espiritualidad oriental, el mindfulness, y aplica ejercitaciones prácticas para entrenar estas habilidades.
La segunda acepción que el diccionario de la Real Academia Española ofrece, define a la compasión como “…el sentimiento de tristeza o malestar que produce el ver padecer a alguien y que impulsa a aliviar, remediar o evitar su dolor o sufrimiento”. Esta definición se aproxima a la más actual concepción que la define como “…la sensibilidad y apertura hacia el sufrimiento propio y de los demás, unido a la motivación de aliviarlo y prevenirlo” (Gilbert, 2015; Jinpa, 2016; Ricard, 2016).
Como puede notarse, al analizar la definición se pueden detectar sus componentes o aspectos afectivos (sentir lo que siento y siente el otro), cognitivos (comprender lo que siento y siente el otro) y conductuales (actuar en consecuencia).
ESTRÉS MORAL EN LA UNIDAD DE CUIDADOS INTENSIVOS NEONATALES
El estrés moral fue definido por primera vez en 1984, por el filósofo y bioeticista Andrew Jameton en los siguientes términos: “El estrés moral es la angustia que aparece cuando los individuos tienen criterios morales con respecto al camino por seguir, pero no pueden hacerlo debido a impedimentos externos, ya sea institucionales, sociales o contextuales”. El resultado final es el impacto negativo en la integridad personal, el bienestar físico y emocional, la satisfacción laboral y el cuidado del paciente.1,2
El estrés moral, esa sensación de malestar que surge en el ámbito laboral por diversos factores, se encuentra bien documentado en las UCIN. Bastante recientemente un estudio de Thorne y cols.,2 muestra que los profesionales de la salud de diferentes disciplinas han señalado como “agentes gatillo” (disparadores de angustia y malestar) a algunas de las siguientes situaciones: compromiso emocional con el paciente, luchas de poder entre colegas, falta de apoyo o liderazgo por parte de los responsables de los equipos, no sentirse apreciado por los compañeros, percepción de defraudar a las familias de los pacientes, conflictos entre los padres y el equipo de salud, sensación de prolongar el sufrimiento, excesivo volumen de trabajo y recursos inadecuadamente distribuidos.
También se han señalado como motivos de angustia, relacionados y centrados en el neonato, incluida la gravedad de la enfermedad, los resultados previstos y la atención desproporcionada, los planes de manejo, los motivos centrados en la familia, la toma de decisiones de los padres y las razones centradas en el proveedor.3
Según se ha señalado, esta angustia moral es “un problema relevante para las enfermeras con importantes secuelas físicas, emocionales y psicológicas y un impacto negativo en la calidad, cantidad y costo de la atención al paciente”. La angustia moral conduce a la pérdida de la integridad moral y la insatisfacción laboral y es una de las principales causas de agotamiento y abandono de la profesión por parte de las enfermeras quienes…se enfrentan a situaciones éticas y moralmente desafiantes de manera regular.4
El estrés moral, según lo explican Webster y Baylis, y amplían luego Epstein y Hamric,5 opera como fenómeno “in crescendo”. Es decir, frente a la exposición inicial a la situación que genera angustia, y en la cual la persona siente que pierde su identidad moral, la sensación perdura en forma residual y acumulativa, de manera que, al volver a exponerse a nuevas situaciones que lo gatillan, la respuesta es aún más intensa. Cuando no se resuelve, las situaciones se repiten, y de acuerdo con la resiliencia del profesional, se puede instalar el desgaste profesional o burn-out o la fatiga por compasión.
La ambigüedad, incertidumbre e imprevisibilidad que caracteriza la atención de neonatos enfermos, predisponen muy especialmente a los profesionales de esta área a padecer estrés moral. En la sala de neonatología se viven a diario situaciones éticamente complejas, con conflictos de valores y cambios frecuentes en las políticas y en las prácticas.6
El estrés moral tiene un enorme impacto en la persona en su totalidad, que por supuesto, excede el ámbito estrictamente laboral. El espectro de sensaciones que genera son variadas; se señalan entre las más frecuentes, culpa, enojo, ansiedad, depresión, sensación de desamparo y sentimientos de fracaso. En la esfera laboral, genera falta de colaboración o cohesión, recambios permanentes en el equipo y aumento del ausentismo, entre otras.
Cuando todo esto se combina con el aislamiento y la minimización del problema, el malestar se acentúa. El estrés moral deteriora progresiva e inadvertidamente la calidad del cuidado y el ambiente laboral, aumenta la sensación de malestar en un círculo vicioso, del cual, una vez que se instala, es muy difícil escapar.