INTRODUCCIÓN
En el año 2020, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) publicó las Directrices de práctica clínica para el seguimiento de recién nacidos (RN) de riesgo; marcó que los resultados en su supervivencia así como en la reducción del impacto de los factores específicos, están vinculados tanto al cuidado del recién nacido en torno al nacimiento y en la UCIN, como al seguimiento de los RN de acuerdo con factores específicos de riesgo.1
Se consideran recién nacidos de alto riesgo (RNAR) aquellos neonatos que presentan factores que requieran un cuidado interdisciplinario después de su egreso de la unidad de cuidados intensivos neonatales (UCIN) tales como nacimiento prematuro, neonatos con enfermedades adquiridas o congénitas, o que parecen sanos y cuyo seguimiento permitirá identificar tempranamente desenlaces anormales de salud. Es ideal que el riesgo para su crecimiento y desarrollo se identifique antes del egreso hospitalario, pero puede ocurrir que a pocos días de nacer aparezcan situaciones que pongan en riesgo la salud actual y futura de un/a RN previamente sano/a.
Factores de riesgo son aquellos que pueden implicar un déficit para su salud, crecimiento y desarrollo, como bajo peso al nacer, prematuridad, necesidad de ventilación asistida, sepsis, asfixia, choque, malformaciones congénitas, enfermedades genéticas, intervenciones farmacológicas o quirúrgicas, marcando un cambio de paradigma con respecto a los primeros programas que solo consideraban el seguimiento de RN prematuros extremos.2,3Los neonatos con situaciones socioeconómicas adversas, también integran este grupo.
Los niños y niñas en riesgo deben contar con seguimiento durante la infancia, más allá de los 2 años. El seguimiento lo realizará su pediatra o neonatólogo de cabecera, con un experto en seguimiento de alto riesgo, para lo cual es menester contar con equipos inter y transdisciplinarios dedicados a la asistencia de estos infantes y sus familias, y programas de seguimiento, con un enfoque holístico y centrado en la familia.
¿Por qué debemos programar la atención del recién nacido de alto riesgo?
La asistencia del RN de riesgo y su familia debe ser programada de acuerdo con sus necesidades integrales de salud física y mental, educación, socioeconómicas, y atentos a eventualidades que puedan surgir. Para cumplir con esta vigilancia y acompañamiento de la salud física y mental de todo el grupo familiar es necesario anticipar, prevenir e intervenir oportunamente en los períodos críticos y sensibles del crecimiento y desarrollo; necesitan programas especialmente diseñados, integrados por profesionales de salud, educación, servicios sociales y legales, debidamente entrenados y capacitados en los aspectos mencionados, a fin de generar acciones adecuadas para la provisión de la atención más eficaz y eficiente posible.4,5
Es importante tener en cuenta en estos infantes, las necesidades especiales de atención en salud (NEAS), por tener o estar en riesgo de tener, una condición crónica física y/o emocional y/o del desarrollo; en consecuencia, requieren servicios de salud mayores y distintos en calidad y cantidad a los que los niños requieren en general.6 En este grupo de pacientes están incluidos aquellos infantes con una condición crónica establecida y/o quienes dependen de tecnología, requieren equipamiento médico para compensar la pérdida o déficit de una función vital, y/o cuidados de Enfermería para prevenir la muerte o futuras discapacidades. Cabe señalar, que los cuidados adecuados (en tiempo y forma) pueden llevar, en muchos casos, al logro de la restitución de la función perdida o deficitaria.
Además, una elevada proporción de RNAR corresponden a familias de bajo nivel socioeconómico1 y también profundizan situaciones de vulnerabilidad social, ante el desafío enorme de la crianza y cuidado de un RNAR. El riesgo socio-ambiental agrava las condiciones antes mencionadas, y se debe intervenir apropiadamente frente a estos desafíos, entre otros:
• Madre analfabeta o con bajo nivel de educación.
• Bajo nivel socioeconómico. • Madre sola, soltera, sin apoyo familiar.
• Madre inmigrante alejada de su familia de origen.
• Sin seguro médico ni obra social.
• Vivienda que no cumple con las necesidades básicas de salubridad.
• Consumo de drogas, alcohol o sustancias ilegales. Por otra parte, es inherente a la situación de alto riesgo neonatal, que este escenario sea cambiante: parejas que se separan, pérdida de empleo de los cuidadores, intercurrencias de salud que agravan la condición pre-existente, imposibilidad de asistir a controles, etc.
Objetivos básicos de un programa de seguimiento
Lo expuesto en líneas anteriores, lleva a plantear los objetivos de los programas de seguimiento de RNAR.5
Principales objetivos:
• Asegurar el ingreso a un programa de seguimiento a todo RNAR.
• Colaborar en el desarrollo de guías clínicas que permitan unificar criterios en las acciones de salud.
• Vigilar el desarrollo de esta población para detectar oportunamente sus alteraciones.
• Es fundamental generar la derivación oportuna a servicios especializados para habilitación/rehabilitación.
• Favorecer la equidad en la atención independientemente del sitio de residencia y tipo de seguridad social. Equipo de seguimiento del recién nacido de alto riesgo El equipo debe adecuarse a las necesidades de la población asistida, teniendo como integrante fundamental a la familia.
El equipo multidisciplinario debe incluir:
• Pediatra/Neonatólogo/a con entrenamiento en seguimiento de RNAR.
• Enfermería: su actividad consistirá, entre otras, en realizar la antropometría, fomentar la lactancia, participar en los programas de educación para los padres, ocuparse de la coordinación de los diferentes controles y prevenir la deserción.
• Psicólogo/a: brindará soporte a las familias, en lo posible desde el período perinatal en adelante. Otros integrantes del equipo son trabajadores sociales, fisioterapeutas, fonoaudiólogo/a, nutricionista, y especialistas de diversas áreas como oftalmología, neurología, otorrinolaringología, neumología y educación, entre otras. Idealmente, la asistencia debe estar organizada en niveles de atención, con alta capacitación y comunicación dentro del equipo.5
Se debe evitar la fragmentación de la atención y/o la multiplicación de prestaciones. Se recomienda asignar alguien dentro del equipo que sea identificado por la familia como el profesional nexo entre el equipo y sus necesidades. De esta forma, se facilita la comunicación de los prestadores entre sí y, fundamentalmente, con la familia, para evitar mensajes contradictorios, que confunden y generan ansiedad, trabajando en red y con roles claramente establecidos. La organización en niveles de atención, se fundamenta en la necesidad de proveer determinados cuidados en las proximidades del domicilio familiar, sin tener que acudir al segundo o tercer nivel de atención, para prestaciones que pueden ser adecuadamente solucionadas en el nivel primario. El objetivo de este artículo es describir y comentar la importancia del primer nivel de atención en el seguimiento de RNAR. El recién nacido de alto riesgo y el primer nivel de atención El primer nivel de atención se encuentra, por definición, próximo al lugar de residencia del niño/a y su familia. El médico de familia y/o pediatra de atención primaria pueden gestionar de manera cercana la coordinación de las necesidades del niño/a y su familia, brindando apoyo, orientando las interconsultas, e inclusive, observar en terreno la posibilidad de implementación de acciones de salud y de educación, consensuando visitas domiciliarias con los cuidadores, enfermería y trabajo social.7 Otro aspecto, de máxima importancia, es la capacidad de articular con el siguiente nivel de atención para las consultas especializadas. Todo lo antedicho marca la imprescindible tarea del equipo del primer nivel de atención en la provisión de cuidados a RNAR y sus familias. Para ello, es necesario que se logre y mantenga una fluida comunicación entre todos los niveles, a fin de evitar contradicciones tanto en las indicaciones como en la información brindada acerca del estado de su hijo/a. Se debe tener en cuenta que muchas de las prestaciones o intervenciones necesarias para el crecimiento y desarrollo del infante, debieran ocurrir idealmente en un lugar cercano a su domicilio a fin de reducir costos, ausentismo laboral de los cuidadores y/o inasistencia a los controles.
Áreas de evaluación especial y rol del primer nivel en las evaluaciones
Las principales áreas a evaluar en el programa de seguimiento del RNAR son:
• Crecimiento
• Maduración psicomotriz
• Visión
• Audición
• Sistema nervioso central
• Problemas psicosociales • Prevención de reinternaciones
• Deserción
En todas ellas, la atención primaria, ofrece un campo de acción fundamental para mantener adherencia a las consultas e intervenciones necesarias.
CRECIMIENTO
El monitoreo del crecimiento forma parte de los controles pediátricos habituales e incluye la antropometría completa. Especialmente en RNAR debe monitorearse la curva de crecimiento (individualizada), para evaluar la progresión y ritmo de crecimiento en peso, talla y perímetro cefálico.8
Dentro de las acciones a realizar, se encuentra el fomento de la lactancia materna, alimento de elección en cualquier circunstancia. La consejería, en todos los períodos (preconcepcional, durante la gestación, y postparto) permite anticipar, prevenir y detectar posibles dificultades en la alimentación. La evaluación a mediano y largo plazo, permitirá la incorporación oportuna de la alimentación complementaria.9
Será necesario contar con el nivel especializado en caso de dudas y/o dificultades.